Ritmo sintético de aguda voz recorre los nodos entrelazados por el sonido del viento, gaseoso en el comiendo, sube sin darse cuenta sin esperar el final.

Flotando, ella lo entiende bajo tierra, no es juego loco muy lejos, sin pertenecer no hay princesas que sepan porque se arde en el fuego. Cuando se habla del corazón hay que volver, no hay duda.

Pero a la ciudad?
Donde no hay más que noticias y los trenes van siempre a los mismo lugares.

Harto es no correcto, hay que vivirlo, desanimarte, llorar, dejar de escuchar las aves, deambular para terminar en donde el ruido de bla-bla es menor.

Por suerte no es actriz, no viaja en colectivo y nunca responde el timbre de su casa. Su vida está ligada a las teclas del piano que crecen y se apagan dejando lugares y espacios a las palabra egoístas de algún hombre que no puede dar la cara. Semáforos, eso es todo lo que vé en su vida, no hay gente haciendo dedo.

19/11/2017