Llevamos tiempo con la biblioteca en la cabeza, paseándonos palabras por la boca y digiriendo conocimientos. Esta fiesta mental nos alude a lo natural, pero cuando veo el verde solo una cosa queda en mis pensamientos.
Quiero reposarte en la hierba, mirarte mirando el cielo y encontrar en esos labios no más tiempo que le infinito momento. En este estado público nos limitamos a lo sensacional del rojo que desembocamos y no hay ojos externos que no limiten bajo el manto colectivo.
La tarde así pasa, sin horas entre los minutos, mojados de sensaciones jóvenes y empapados en el otro. ¿No será que los cables se me desconectaron y ya no puedo idear? Ese perfume es todo con sus raíces atractivas: ya quedé conquistado.
La adolescente escena pronto se completa y son nuestras entidades sucias y gustosas que se acercan entre ellas y se encuentran en acuerdo. Los sonidos ya no escapan y se quedan rebotando bajo la protección de las mejillas, pero sus vibraciones son las que transmiten melodías al corazón.
21/12/2018